Un correo famoso que después de 4 años de su primer envío, continúa dando vueltas por la red. A pesar de que la política de Grupo Enroke es la de publicar solo material académico, cuya veracidad es comprobada y no correos electrónicos en cadena que pueden o no ser reales, esta es una historia que usamos en algunos talleres y esperamos que sirva de inspiración.
Impactante conferencia de un sobreviviente de los Andes.
Los consejos de Fernando Parrado, sobreviviente de los Andes ‘Lo importante viene después del trabajo‘ conmovió a 2,500 ejecutivos en Expo Management con una recomendación: apoyarse en la familia.
La pregunta que nos hacemos es: ¿Qué conferencista logra hoy por hoy colmar un auditorio con 2,500 ejecutivos y empresarios de alto nivel, muchos de ellos con sus mujeres e hijos, y hablar durante una hora y media sin que nadie pierda detalle del tema?
No muchos.
Sin embargo, Fernando Parrado, uno de los 16 sobrevivientes de la famosa tragedia de los Andes, a los 36 años de aquella historia que asombró al mundo, consiguió hace algunos meses (ya hace 3 años) más que eso.
Fernando Parrado logró conmover a un foro de negocios y capacitación empresarial solo con transmitir las simples moralejas que supo sacar después de vivir 72 días en plena Cordillera de los Andes, sin agua ni comida y bajo climas inhóspitos.
Este foro sucedió durante la jornada de cierre de Expo Management 2008.
Su presentación fue un monólogo simple, sin golpes bajos, y acompañado por vídeos e imágenes de la montaña. La presentación tuvo dos etapas diferentes y distintamente marcadas.
En la primera narró, con un relato íntimo repleto de anécdotas, los momentos que lo marcaron de aquella odisea a 4000 metros de altura, en la que perdió a buena parte de sus amigos, además de su madre y su hermana.
¿Cómo es posible sobrevivir donde no se sobrevive?, se preguntó. ‘Sobrevivimos porque hubo liderazgo, toma de decisiones, y espíritu de equipo, porque algunos nos conocíamos desde mucho antes’, dijo.
Sin embargo, luego arrojó su primer comentario sorpresivo. “En la vida el factor suerte es fundamental”, afirmó. “Cuando llegué al aeropuerto de Montevideo no nos daban número de asiento para el avión. A mí me tocó, de casualidad, la fila 9, junto a mi mejor amigo. Cuando el avión chocó en la montaña, se partió en dos. De la fila 9 para atrás no quedó nada. Los 29 sobrevivientes al primer impacto viajaban en la parte que quedó a salvo.” De ellos, dijo, “24 no sufrieron un rasguño”.
Comentó que los menos golpeados empezaron a ayudar, actuando como un verdadero equipo. “Administramos barritas de chocolate y maní al punto de comer un grano por hora cada uno”.
“Marcelo, nuestro capitán y líder, asumió su rol para contenernos cuando le preguntábamos qué pasaba porque no llegaba el rescate. Decidimos aguantar.”
“Pero días después el líder se desmoronó. La radio trajo la noticia de que había concluido el rescate.”
“¿Cómo hubieran reaccionado ustedes?”, le preguntó a la audiencia. Continuó su reflexión diciendo, “El líder se quiebra, se deprime y deja de serlo.”
“Imagínense que yo cierro esta sala, bajo la temperatura de -14 grados sin agua ni comida a esperar quién muere primero.”
Se hace un silencio estremecedor de la primera a la última fila.
“Ahí me di cuenta de que al universo no le importa qué nos pasa. Mañana saldrá el sol y se pondrá como siempre. Por lo tanto, tuvimos que tomar decisiones. En la noche 12 o 13 nos dijimos con uno de los chicos: ¿Qué estás pensando? Lo mismo que vos.
Teníamos que comer, y las proteínas estaban en los cuerpos.
“Hicimos un pacto entre nosotros, era la única opción. Nos enfrentamos a una verdad cruda e inhumana.”
Desde la primera fila, decenas de chicos llevados por sus padres escuchaban boquiabiertos.
Parrado apeló a conceptos típicos del mundo empresarial. “Hubo planificación, estrategia, desarrollo. Cada uno empezó a hacer algo útil, que nos ayudara a seguir vivos: zapatos, bastones, pequeñas expediciones humanas. Fuimos conociendo nuestra prisión de hielo.”
“Hasta que me eligieron para la expedición final, porque la montaña nos estaba matando, nos debilitaba, se nos acababa la comida. Subí aterrado a la cima de la montaña con Roberto Canessa. Pensábamos ver desde allí los valles verdes de Chile y nos encontramos con nieve y montañas a 360 grados. Ahí decidí que moriría caminando hacia algún lugar”.
Entonces sobrevino el momento más inesperado. Pero ‘Esta no es la historia que vine a contar’, avisó. Vine a contar el regresar a mi hogar. Y contó que su verdadera historia empezó al regresar a su casa, sin su madre ni su hermana, sin sus amigos de la infancia y con su padre con una nueva pareja.
‘¿Crisis? ¿De qué crisis me hablan? ¿Estrés? ¿Qué estrés? Estrés es estar muerto a 6000 metros de altura sin agua ni comida’, enfatizó.
Recordó un diálogo fundamental que tuvo con su padre, que le dijo: ‘Mira para adelante, anda trás esa chica que te gustaba, ten una vida, trabaja. Yo cometí el error de no decirle a tu madre tantas cosas por estar tan ocupado, de no compartir tantas festividades con tu hermana, no darme el tiempo de platicar con ellas mis vivencias, no decirles cuánto las amaba’. Y cerró, determinado:
‘Las empresas son importantes, el trabajo lo es, pero lo verdaderamente valioso está en la familia. Mi vida cambió, pero lo más valioso que perdí fue ese hogar que ya no existía al regresar’.
“No se olviden de quién tienen al lado, porque no saben lo que va a pasar mañana.” El cambio empieza hoy. Hagamos algo magnífico, algo que nos permita dejar una marca en este mundo.
Una interminable ovación lo despidió de pie…